Karen Devia
Viña del mar (1975) De profesión cantante lírico, su transito transcurre entre la creación y exploración poético-musical colectiva de la agrupación de fusión “Afeitando la Comadreja” y la poesía.
Durante los años 2002 y 2003 se desempeña como cronista del suplemento femenino del desaparecido diario El Expresso de Viña del Mar.
El 2003 publica a través del sello de Ediciones la Cáfila de Valparaíso, su primer poemario, “Despojos”.
El 2005 recibe Mención Honrosa en el XXVII Concurso de Arte y Poesía joven de la Universidad de Valparaíso.
El 2005 es antologada en Revista Literaria “TRILCE”, Selección “Poetas Porteños” de Omar Lara, Concepción.
El 2007 es antologada en la Revista Literaria “The Dirty Goat”, selección “Nuevas Voces de la Poesía Chilena”, New York, E.E.U.U.
El 2008 es premiada por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes del Gobierno de Chile, FONDART Regional, con su proyecto “La Palabra que Sana”, taller poético con orientación terapéutica, destinado a mujeres con patologías médicas crónicas asistentes al consultorio de salud SAPU-Nueva Aurora de Viña del Mar.
En julio de 2009 publica a través de Editorial Puerto Alegre el poemario “Corazón” y en diciembre, del mismo año, “Escritos de Culpa”, poemario premiado el 2008 con la Beca de Creación Literaria del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Gobierno de Chile.
Durante el primer semestre de 2010, realiza taller de uso vocal percusivo en la Corporación Cultural Balmaceda Arte joven de Valparaíso, taller basado en la experimentación vocal a través de la poesía de Altazor, Vicente Huidobro.
Actualmente ejerce profesora de canto moderno e interpretación escénica en la escuela de Bellas Artes Fernando Lichiock Concha de Quilpué.
Escritos de Culpa
Culpa pensaba que los estados del miedo se debían al aparecer del sol. Culpa dudaba y ahuyentaba lo amargo con espacios
de silencio. Culpa sabía que sus culpas no eran más que la prolongación de sí, una
página en blanco con manchas color magenta, un lugar en la escena opuesta al
vértice de lo aprendido.
1
“Uste’ no se preocupe, que todo es para
mejor”. Fueron las primeras palabras que oí de mi abuela tras la muerte del
gato; y fue la premisa de las muertes futuras.
No había por qué afligirse si Culpa se había
ido, no había que extrañarla, había que dejar que las huellas madurasen, había
que dejar que las flores del jardín se secaran y volvieran a florecer. Pero sin
Culpa la cocina olía distinta, el pelar las papas, poner la tetera, cebar el
mate, barrer la casa, sin Culpa todo era distinto, todo parecía estar bien.
3
Un sartén por el mango, abollado de tanta fritura; y
siempre 10 para las 3, y siempre el frío, y siempre Culpa sin saber qué
cocinar.
5
Una
tarde, frente a la telenovela de las 3, descubrió el complot de la anestesia.
Era la quinta vez que Esmeralda quedaba ciega.
6
Había
que desconfiar de los gemidos, había que desconfiar de los matices del
silencio, de las puertas cerradas, había que desconfiar. Lo había aprendido a fuerza
de espejismos, al salir de la iglesia y ver la cara del cura, tras la última
confesión.
8
No
bastó con ver a Culpa sonreír, esperar que un día transitara otros caminos, no
bastó con cerrar los ojos y rezar. La madre, su remolino de murmullos, la varilla en la derecha de la infancia, fueron
sentencia: el polvo cubriría
todo.
9
Ropa
de cama oliendo a musgo, mano que sube por las piernas, boca mordiendo y
besando seca, toda la amargura oliendo a sarro en esa boca. Súplica apretada,
debate de cuerpos, violencia de quien no tiene derecho a forzar el silencio, y
el peso, el gran peso de esos ojos.
11
Antes
de los muertos, solía caminar desnuda por Echaurren, barrer con las manos las
escalinatas de la Matriz ,
jugando a ser muñeca sin cabeza.
Antes
de los muertos, solía mirarse en el espejo argumentando la desnudez de los
sentidos y el silencio, más allá de las cortinas, más acá del lenguaje.
12
La
rotura del espejo, sus 7 años de mala suerte, la séptima vida del gato, el
vaivén, pelota y pared: “Llegará el día en que sangrarás gota a gota el pecado
de tu madre.”
16
Y
vino la enfermedad. Y vinieron otros muertos. Y los muertos corrían libres
por la casa, en un continuo gemido que
se negaba a oír, y es que le ardía la sombra tanto como las imágenes, la
respiración y las rosas ya quebradas. Y no era ni malo ni bueno ver las gotas
caer desde los ojos al murmullo, sólo era una más de las catástrofes.
Y
me decías, y te decías “son sólo las ánimas benditas del purgatorio”.
20
El
suicidio ya no es alternativa, han pasado las horas y hay recambio en la
ciudad.
Posteado por Angela Barraza Risso
el 9:09. etiquetado en:
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