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Juan Pablo Sutherland



Fotografía de Camilo Saavedra

OPUESTOS Y EXTRAÑOS


Sutherland, Juan Pablo, Santo Roto, Santiago: LOM Ediciones, 1999. pp. 51-57.


            La avenida Paulista es más larga que la Alameda. No pude decir más, él estaba sonriendo con las manos en los jeans y sin polera, listo para una fotografía a lo Calvin Klein. Yo no dije nada más. Agarré la lata de cerveza y él la suya.
            Axel es drogadicto y a mí me gusta Morrisey. No le importa nada y mira feo a la gente. Vivimos juntos desde el día en que peleamos en la calle. La fotografía del autobús no le gustó, a mí sí. Yo tengo 17 años y él 30.
              Cada vez que quiero hablar algo serio, él me mira fijo, preciso, como encañonando los ojos y yo me siento ridículo. Él nunca habla, pero siempre pone cara de inteligente, seguro que lo es. Me mira con cara de hermano mayor y yo le respondo con cara de pendejo odioso. Lo que no me gusta de todo esto es que sabe más de los SMITHS que todos mis amigos de Santiago y Buenos Aires juntos. No sé de dónde aprendió tanto, con él no puedo, aunque siempre lo intento, seguro que algún día sabré algo que él no pueda responder. La próxima semana me voy de aquí, él dijo que podía quedarme por unos días, sólo tengo que lavar el baño y no meterme en su pieza. Duermo en un sofá amarillo que recogimos de la calle y escucho a Nina Hagen siempre a las dos de la mañana. La negra que vive arriba golpea todas las noches el piso con el coche de su hijo negro. Los golpes son dobles y simétricos, lo descubrí yo, no él. Grita garabatos brasileños que todavía no aprendo.
            Vivo en un barrio de negros, muy negros. Axel no es negro, es blanco y parece cristo, a él no le gustan los negros, no lo dice, pero yo sé. Anoche Axel lloró toda la noche, salió en la madrugada y volvió con alguien. Yo no pude dormir.
            Claudia es amiga de Axel y es horrorosa. Viene cuando quiere yerba y coca. Axel la soporta. Yo no. Ella es boliviana y le gusta INXS. Cuando se emborracha quiere culear con todo el mundo. Claudia es como la Tracy Lords, pero boliviana, cuando jala llora mucho, y también se queda quieta en una esquina del departamento haciendo sonar sus dientes y mirando al Axel con odio.


1

            Axel se pasea como preso por la pieza, me mira feo, yo sólo hojeo unos comics viejos que él me regaló. Axel tiene más problemas que yo, él odia a todo el mundo menos a mí, yo odio sólo a mi mamá que me dejó por un tipo y se fue de casa. Bueno, también a Pinochet que mató harta gente, a Vícto Jara lo mandó a matar y le cortó una oreja. La gente que no odia a nadie me parece poco confiable.
            Mi papá vive en Recife y me aburrió. Axel lo sabe y no me dice nada. Yo no quiero volver y estoy mejor que allá, sin el zumbido de su fanatismo político que ya me hartó. Vive con una mulata que tiene el brazo lleno de tatuajes de dioses negros. Hace Vudú blanco y yo le tengo miedo. Ella sabe que a mí me pasan cosas extrañas, un día me lo dijo como sentencia de muerte: “el camino se abre en una rama de árbol, camina y quiebra la rama”. Yo no entendí nunca, ella lo dijo con esa cara turbia de haber anunciado la profecía de mi vida. Yo no le creo, engaña a mi papá con ese lío. Da lo mismo, papá es un imbécil.
           

2


            En el bar de los “Santos Rotos” la gente escucha al grupo ABBA y a Rafaela Carrá. Axel se encerró con un tipo en el baño, mientras yo trago una cerveza boliviana que es barata. Hay un tipo que anda con plataformas de neón y un traje de plástico naranja metido hasta el culo. Voy al baño unisex, una tipa mea como mean las mujeres y se rasca la nariz, al Axel sólo le veo los pies detrás de una cabina. Discute con alguien. No entiendo. Me veo al espejo y me siento mayor. Me mojo las manos y me lanzo un poco de agua en el pelo, me corre hasta la espalda. El Axel ya no discute con el tipo, yo golpeo la puerta, no dicen nada, me voy.


3

            La noche está húmeda y el calor es muy denso. El pavimento sigue mojado aunque no ha llovido. Tengo ganas de llorar y lloro, miro al cielo y no veo nada, las lágrimas son saladas. Saco de mi billetera una carta doblada y rota, no hay luz, la empuño y escucho a Everything But The Girl en un departamento. Gotas me caen en la nariz. Un perro mea en un palo justo enfrente y ahora llueve. Estoy como un jilguero, así decía mi abuela, como un jilguero de mojado.
            En los países con selva llueve más que en Chile. Allá hasta la lluvia es ordenada, cae cuando tiene que caer y a veces no. Acá todo lo contrario, cae cuando quiere y moja cuando quiere. Acá tú puedes andar con una sandía en la cabeza y nadie dice nada. Ni se dan vuelta, en Chile sí. Todos mirarían con esos ojos vírgenes que nunca ven cosas distintas a las de ellos mismos.
            Estoy llorando. Sigo llorando y nadie me ve. Quisiera que el Axel me preguntara algo, pero sé que no lo hará, ni él mismo sabe por qué llora. Ahora sólo conozco gente que llora. Claudia también llora y el tipo del baño con el que discutía Axel. El presidente de Chile lloró una vez por televisión, yo lo vi cuando era chico. No sé por qué.
            Llegué después que Axel. Me vio y fue a buscar unas cortinas viejas, sacó mi ropa mojada sin decir nada, quedé en pelotas. Yo no hablé. Sus manos pesadas me secaron. Me llevó a su pieza. Él durmió en el sillón amarillo. Yo me corrí la paja antes de quedarme dormido. La guagua negra lloraba arriba de mi cabeza.


4

En la pieza del Axel hay un afiche de Patty Smith, otro de Siouxie and the Banshees y una foto suya con un niño. Se ve joven y sin barba. Él ríe y el niño llora en sus brazos revueltos. No sabe cómo tomarlo. Mira a un tipo al costado derecho de la foto, riéndose con él. El dedo de quien tomó la foto aparece difuso en la esquina izquierda. En el velador del Axel hay una caja llena de cartas cerradas. Nunca nadie las abrió o nunca las mandó. Hay una carta con mi nombre, cerrada igual que las otras.


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            Volví al sillón amarillo. Él se enojó, me vio mirando sus cartas. Yo me quedé callado, mudo, en otro mundo y esperando saber qué hacer. Me siento mal, muy mal, y él lo sabe. Me gustaría cerrar los ojos y aparecer en otra parte, decirles a mis hermanos odiosos que tiremos piedras al poste hasta darle a un gorrión o correr por el paso bajo nivel de la gran avenida hasta cansarnos.


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            No quiero volver a Chile ni a Recife. Axel lo sabe y no le importa que me quede.


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            Cuando tenga 30 años quiero ser como Axel, no hablar nada y saberlo todo con la mirada. Lo único que no quiero de él es llorar y escribir cartas que nunca enviaré. Axel sabe toda la historia del punk y dice que ya no hay punks verdaderos, yo digo que quedan algunos como yo. Axel responde que todavía nacen algunos como él. Los verdaderos punks lloran de rabia. Yo tengo rabia, pero no me gusta llorar. Quedo liviano y seco y con la cara chorreada de lágrimas y mocos como niño pobre.


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            Axel no llegó anoche. Hoy no lo he visto. Creo que no lo voy a ver más.


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            Hace una semana que Axel no aparece. Claudia ha venido algunos días trayéndome comida de su casa. Ella dijo que Axel está loco, yo le respondí que sí. Claudia se lima las uñas de los pies encima del sillón amarillo y yo escucho música sobre el tambor de aceite. Ella hace dos cosas a la vez, fuma yerba y se lima las uñas. Yo sólo puedo hacer una sola cosa para poder concentrarme mejor. En Chile no hay carnavales. Claudia no cree y se enoja.


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            Axel se fue y no me dijo nada. Yo me voy en una semana más. Claudia ya no viene. Fumo todo el día un poco de la yerba que encontré en el velador. Sigo durmiendo en el sillón amarillo y la negra de arriba se fue con su niño negro y su coche blanco. El cassette de Nina Hagen se lo llevó la Claudia y no lo ha traído. Escucho todo el día a Morrisey y me acuerdo como nunca de él.


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            Axel es más débil que yo y yo soy más débil que la mayoría del mundo. Eso lo sé, pero siempre lo ando disimulando con malas caras, así no se acercan tan fácilmente, y por lo menos es más fácil que ser uno mismo. Aunque finalmente uno es de alguna forma porque le gusta y a mí me gusta ser como soy. Pero débil no, ser débil es lo peor, peor que escuchar la verdad, peor que ver morir a Laura Palmer y no hacer nada, pero que volver a Chile y quedarme mirando a los autos que van por el paso bajo nivel de la gran avenida, pero que saber que Axel no volverá más y yo nunca sabré lo que piensa él de mí, si todavía cree que yo soy el último punk que ha visto, o si alguna vez podré ser como él y no depender de nadie absolutamente. Ahora dependo de él, si llega alguna vez. Dependo de sus llantos, no me acostumbro a dormir sin llantos, entonces lloro solo. Antes no, él se metía en su pieza y lloraba como si se acabara el mundo, y yo pienso que él también lloraba por mí, él tenía mi cuota de llanto. Y él al día siguiente como si fuera otro, pero no, el mismo con otra piel, como la marca de la pantera, pantera de noche y otro de día.


12

            Una de las pocas veces que Axel habló conmigo me dijo que yo era él, pero 13 años antes. Yo siempre me quedé pensando eso. Antes de partir, antes de mirar el sillón amarillo, antes de sacar el poster de Morrisey que él me hubiera regalado si estuviera, antes de todo, saqué la carta que Axel nunca me entregó. No la quise leer ahí, ni tampoco ahora, me da miedo porque pienso que ahí sale algo de lo que yo soy o seré, a lo mejor dice si soy punk de verdad o no, a lo mejor dice que seré drogadicto y me encerraré con tipos como él. Lo único que yo sé ahora es que siento un nudo grande en mi garganta, mi cuerpo tambalea porque es muy debilucho y me dan unas ganas gigantes de gritar y salir corriendo, cerrar los ojos y olvidarme de todo, pero sé que eso no puede ser.
            Cuando yo tenga 30 años él tendrá 43.
PUBLICACIONES 
    Ángeles Negros, cuentos  (1994) Editorial Planeta.
    Santo Roto, cuentos (1999) Lom ediciones.
    A Corazón Abierto, Geografía literaria de la homosexualidad en Chile (2002), Primera antología de literatura homosexual. Editorial Sudamericana.Random-HouseMondadori.
    Nación Marica, prácticas culturales y crítica activista (ensayos 2009), Ripio ediciones.

ANTOLOGIAS
·         Encuentro de Literatura, cuento y poesía, Santiago, Chile, Ed. Atena, 1990 
·         Délano, Poli (comp.), Rayando la ciudad, Santiago, Chile, Ed. Artecien, 1991.
·         Skármeta, Antonio (comp.), Santiago pena capital, Santiago, Chile, Ed. Documentas, 1991.
·         Jofré, Manuel Alcides (comp.), Pateando piedras, Santiago, Chile, Instituto Nacional de la Juventud, 1992.
·         Concurso de poesía joven y cuento corto, Santiago, Chile, Ed. Umbral, 1993.
·         González, Máximo (comp), Antología de las Literaturas Emergentes, Santiago, Chile, Ed. LOM, 1999.
·         Montesinos, Sonia, (comp) Revisitando Chile, identidades mitos e historias, Cuadernos Bicentenario, Presidencia de la Republica, 2003.
·         Martín. Rafael Gaune (Comp) Historias de Racismo y discriminación en Chile, Uqbar editores, 2010.

Posteado por Angela Barraza Risso el 11:24. etiquetado en: , , , . puedes segui el rss RSS 2.0. déjanos tu comentario

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