Víctor Quezada
VÍCTOR QUEZADA (Antofagasta, 1983). Publicó los libros de poesía: “Veinte” (La Calle Passy 061 Ediciones, 2004) y “Muerte en Niza” (Marea Baja Ediciones, 2010). Prepara “Yoko” y mantiene inédito el conjunto de narraciones “Compost”.
Editor del blog grupal de crítica literaria http://lacallepassy061.blogspot.com. Director de la investigación sobre la recepción en prensa escrita de la poesía chilena del siglo XX www.sicpoesiachilena.cl.
Editor del blog grupal de crítica literaria http://lacallepassy061.blogspot.com. Director de la investigación sobre la recepción en prensa escrita de la poesía chilena del siglo XX www.sicpoesiachilena.cl.
De VEINTE (Santiago de Chile: La Calle Passy 061 Ediciones, 2004)
*
Más celeste y brillante cuadrado por el sol de las doce iluminado Saber que a espaldas viven su cielo ventanas comprender esto seguro me hará dudar Más celeste y brillante estoy seguro de mis ojos pared que se quedan allí recibiendo sol que trasnocha y haré trasmañanar yo perdídome las yemas ayer siendo más que tres noches o cuatro mañanas desveladas Estropajo de los días de días sin luz de los soles de cielo sin luz ¿Qué hacer de la noche esta sin noche celeste?
*
Entrado me encontré tirado grietas que decorasen tiempo este nicho Celeste no vi cerrada puerta y tres pasos dentro sí la pequeña luz incinerada a mi costado donde otras veces atada tú: ya desparramada en trozos pues no habrá un solo rezo que no encuentre cabello alguno por allí convicto entre las sábanas o hecho pelusas aquellas que llevan desérticos vientos Y los ancianos oirás decir todo va regular viendo un sol tirano aquí dentro solo ya que perezco el polvo cubriendo cuerpo y la madera antes leche funéreo ataúd Dirán todo regular si me espiasen pues me quedo ventana las mañanas viendo aún partir lo partido si el estremecimiento ahogado ya vuelve como vuelve siempre a pesar de lo no existido Y no he entrado o salido pues muerto quedo los suelos grises en la espera No he entrado sino que aquí siempre engañar tratando dormido al tiempo aunque agrietado ya cuadrado más celeste y brillante transite Todo para que no culparme deban si de veras entrara y tirádome viera
*
Terminado el sueño tenté líneas por conseguirme los ojos Así la cuadratura de las puertas donde la luz indicara su existencia arrastrado hasta el celeste y ahuyentado conseguí en la refriega la sinuosidad del cuerpo el oscuro tiempo poseído en la pared Bañadas las manos me vi y quise atarme entrelazarlas para quitar el temblor aprendido del anciano para morder fuerte la garganta y ahogar una a una las monedas que no dejan de caer Todo sin saber las barreras del concreto sin haber aprendido la independencia de las sombras o conocer que la muerte va escondida en cada uno de mis pasos revolviéndose y mostrándose conseguida la luz llamando como un gran animal tranquilo a mi paciencia desvestir el soslayo Busqué tras la ceguera un poco de mi mismo hilos con los que atar firme las manos con los que poder ahogo simular tendido en las nostálgicas almohadas Pero me he visto perdido y desgraciado en la insolencia de los ojos desesperado cuando las manos no atendieran escapando al desconsuelo volviéndome al cuello cuando quisiera respirar volviéndome a los dedos como sangre a punto de estallar en la pared intentando la huida demasiado a tiempo –demasiado correcto como para poder volver
De MUERTE EN NIZA (Santiago de Chile: Marea Baja Ediciones, 2010)
Afuera
*
Una vez vuelto el mar caerá la ciudad en mi pecho florido
se irá llenando mi corazón
todo llevaré a mi corazón cuando se decida la lluvia a recuperar su sitio
anudaré cada cosa cada lugar cada vida mi yo arcaico
el arriba pendiente la flecha ubicua y el corazón inmóvil
no habrá conjura tal mi río mi lugar ameno en amenaza
un corazón linchado para mañana
oscureceré el celeste de una sola vez
todo mi azul cerrándose en el mar
el corazón es un músculo en declive.
*
La ciudad ha vengado una por una mis mentiras
en su suelo contamos cada campiña desbañada todos los límites del jardín
y el amor se disfraza de doncella ahora
de carruaje luego y se transforma en un caballo desbocado
en un pozo antiguo donde nos vemos
acechando los cuerpos y el desastre.
*
Una sola flecha es una guerra si el mundo está sembrado de espejos amor mío
¿Hallaré en la noche entonces para traer la lengua mi palabra lo que cayó bajo esta mesa mi poema de amor?
Pero participo de otros cuerpos no obstante
como esas pequeñas flores desesperadas por abrirse paso hacia la luz.
*
La luz ausculta mi corazón por última vez
el corazón como una lámina de agua
la luz se adentra y rompe en sus ventrículos
en el número dos
en su transparencia
en lo foráneo.
*
Más celeste y brillante cuadrado por el sol de las doce iluminado Saber que a espaldas viven su cielo ventanas comprender esto seguro me hará dudar Más celeste y brillante estoy seguro de mis ojos pared que se quedan allí recibiendo sol que trasnocha y haré trasmañanar yo perdídome las yemas ayer siendo más que tres noches o cuatro mañanas desveladas Estropajo de los días de días sin luz de los soles de cielo sin luz ¿Qué hacer de la noche esta sin noche celeste?
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Entrado me encontré tirado grietas que decorasen tiempo este nicho Celeste no vi cerrada puerta y tres pasos dentro sí la pequeña luz incinerada a mi costado donde otras veces atada tú: ya desparramada en trozos pues no habrá un solo rezo que no encuentre cabello alguno por allí convicto entre las sábanas o hecho pelusas aquellas que llevan desérticos vientos Y los ancianos oirás decir todo va regular viendo un sol tirano aquí dentro solo ya que perezco el polvo cubriendo cuerpo y la madera antes leche funéreo ataúd Dirán todo regular si me espiasen pues me quedo ventana las mañanas viendo aún partir lo partido si el estremecimiento ahogado ya vuelve como vuelve siempre a pesar de lo no existido Y no he entrado o salido pues muerto quedo los suelos grises en la espera No he entrado sino que aquí siempre engañar tratando dormido al tiempo aunque agrietado ya cuadrado más celeste y brillante transite Todo para que no culparme deban si de veras entrara y tirádome viera
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Terminado el sueño tenté líneas por conseguirme los ojos Así la cuadratura de las puertas donde la luz indicara su existencia arrastrado hasta el celeste y ahuyentado conseguí en la refriega la sinuosidad del cuerpo el oscuro tiempo poseído en la pared Bañadas las manos me vi y quise atarme entrelazarlas para quitar el temblor aprendido del anciano para morder fuerte la garganta y ahogar una a una las monedas que no dejan de caer Todo sin saber las barreras del concreto sin haber aprendido la independencia de las sombras o conocer que la muerte va escondida en cada uno de mis pasos revolviéndose y mostrándose conseguida la luz llamando como un gran animal tranquilo a mi paciencia desvestir el soslayo Busqué tras la ceguera un poco de mi mismo hilos con los que atar firme las manos con los que poder ahogo simular tendido en las nostálgicas almohadas Pero me he visto perdido y desgraciado en la insolencia de los ojos desesperado cuando las manos no atendieran escapando al desconsuelo volviéndome al cuello cuando quisiera respirar volviéndome a los dedos como sangre a punto de estallar en la pared intentando la huida demasiado a tiempo –demasiado correcto como para poder volver
De MUERTE EN NIZA (Santiago de Chile: Marea Baja Ediciones, 2010)
Afuera
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Una vez vuelto el mar caerá la ciudad en mi pecho florido
se irá llenando mi corazón
todo llevaré a mi corazón cuando se decida la lluvia a recuperar su sitio
anudaré cada cosa cada lugar cada vida mi yo arcaico
el arriba pendiente la flecha ubicua y el corazón inmóvil
no habrá conjura tal mi río mi lugar ameno en amenaza
un corazón linchado para mañana
oscureceré el celeste de una sola vez
todo mi azul cerrándose en el mar
el corazón es un músculo en declive.
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La ciudad ha vengado una por una mis mentiras
en su suelo contamos cada campiña desbañada todos los límites del jardín
y el amor se disfraza de doncella ahora
de carruaje luego y se transforma en un caballo desbocado
en un pozo antiguo donde nos vemos
acechando los cuerpos y el desastre.
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Una sola flecha es una guerra si el mundo está sembrado de espejos amor mío
¿Hallaré en la noche entonces para traer la lengua mi palabra lo que cayó bajo esta mesa mi poema de amor?
Pero participo de otros cuerpos no obstante
como esas pequeñas flores desesperadas por abrirse paso hacia la luz.
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La luz ausculta mi corazón por última vez
el corazón como una lámina de agua
la luz se adentra y rompe en sus ventrículos
en el número dos
en su transparencia
en lo foráneo.
Posteado por Angela Barraza Risso
el 13:03. etiquetado en:
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