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Notas sobre un ejercicio de conexión y un suelo gris metálico. ZE.14I2011MX





por Rocío Cerón

Mi primer viaje transatlántico. Madrid, 1993. Entonces el mundo era infinito. El encuentro fortuito con una vieja amiga en la Telefónica fue un acontecimiento. El mundo es un pañuelo, escuché varias veces en mi cabeza mientras nos encaminábamos hacia una de las terrazas del Paseo de la Castellana. Una vieja amiga del barrio, de niñas. Años de no verla. Venirnos a encontrar en ¡Madrid!, cuando a lo sumo nuestros paseos no pasaban del mercado de la Escandón, un barrio de clase media algo venido a menos de ciudad de México. Así me enteré que era pintora. En aquel momento me debatía entre ser artista conceptual (le tenía una extraña adoración al performance) o ser poeta (igual adoración pero con miedo ante el tamaño verbal de, ejemplo, un T.S. Elliot y su Tierra Baldía encima de mi cabeza). La usual incertidumbre de los 21 años. Nos despedimos. No supe de ella en más de dos décadas. Me contactó por Facebook. Vive en Nueva York, se ha casado con un italoamericano, tiene tres hijos, casa en el campo y dos perros labrador. Incluyó envío exhaustivo de fotos de familia, mascotas y el paisaje que se ve desde la ventana de su dormitorio. La pintura la dejó para dedicarse a su otra gran pasión: el cuidado y experimentación con bonsáis.
Por mi parte, le respondí que me dedicaba a los versos, a la escritura de poemas y a la “experimentación con otros medios” (sólo incluí una foto, un still de un videopoema). Y al mandar aquel mensaje por Fb volví a escuchar el eco lejano, “el mundo es un pañuelo”.
¿Qué ha cambiado? El mundo ya no es infinito. El mundo del flujo de ideas sí. Es una red, como las venas del dragón de las que hablan los chinos, creada por datos, información y acciones que se derivan o son provocadas por éstos. Pensamiento parvada/enjambre donde una idea puede tocar varios objetivos al mismo tiempo gracias al mundo de la virtualidad y sus medios. Esta posibilidad descentraliza, no sigue ningún patrón establecido, se convierte en una aguda arma: una idea que llega a miles de personas gracias a los canales de afinidad o gustos compartidos y que permite a grupos pequeños, o células de pensamiento y creación –dígase cualquier individuo enviando/compartiendo desde su computador−, seleccionar las acciones que correspondan a sus intereses y habilidades.
Entre los encuentros personales, los reencuentros con ex novios, o la nota sobre si se está “comprometido, soltero o en una relación complicada”, hay una atomización de espacios que sobresalen: las redes como Fb, Twitter o simplemente el flujo de información en blogs, archivos de distintos medios (audio, imagen, video, ebooks) que van y vienen en Internet han abierto múltiples canales para que la creación y el pensamiento contemporáneo (y obviamente el de todas las épocas anteriores) se deslinde de la regulación y la censura que suponen los estados autoritarios y/o las modas del mercado cultural y literario (otro sistema también totalitario).
Colocar ante la mirada del público una declaración estética es posible en segundos sin tener que pasar por un mediador. La democratización del conocimiento y de la creación es posible. La globalización no es sólo compartir una moneda de cambio o una experiencia común al entrar a una tienda de ropa o un café de nombre norteamericano (del todos conocido) donde el olor es igual worlwide y el sándwich navideño con pavo y arándanos tiene el mismo sabor worldwide. No. La globalización desde mi perspectiva es una aventura para conectar mundos de pensamiento desde la aldea más lejana de Nueva Zelanda con cualquier punto del orbe y generar puentes de diálogo entre dos personas (cabezas-ideas-paradigmas) que dejan de ser entidades enclavadas en puntos específicos geográficos para ser entidades especulativas, espacios de especulación reflexiva, de creación que movilizan el status quo de un determinado tiempo histórico.
La sinapsis en las neuronas crea la posibilidad de conexión que tiene, como fin y principio, la supervivencia del individuo (más allá de la capacidad de pensamiento, reacción, psicomotricidad y demás funciones vitales). Cuando una idea irradia y se conecta con otros que la discuten, la consolidan o la modifican, las redes construyen posibilidades, hechos y efectos. Por ello, la creación hoy día no necesita para su surgimiento del mainstream (aunque muy probablemente su boca voraz querrá deglutirla), necesita un enjambre, movimiento, atomización.
Si la poesía ha sido destinada a un espacio apartado, fuera de los reflectores de las primeras planas de (olvídese los diarios) la sección de cultura, los poetas han encontrado en el supra-espacio o subterráneo mundo del Internet una geografía ideal para explorar las conexiones. Así, la poesía viaja a velocidad veloz, los poetas nos (re) conocemos, escuchamos poesía en voz de sus autores, damos lecturas en tiempo real. “Lectura de poesía en Brasil que se ve en cualquier parte del mundo, con discusión final por chat incluida”. Los lectores dejan de ser anónimos y te lanzan preguntas fulminantes por el blog o te interceptan en los chats. Intercambio de lenguajes, estéticas, cruce de idiomas e identidades. La democratización de los flujos poéticos no sólo queda, importante acotarlo, en lo virtual. Estas redes confluyen y muchas de las veces se materializan en libros, antologías, encuentros de poesía, amistades que duran décadas. La nueva epistolar es digital e inmediata (¿quién dará cuenta de ello?); una idea poética va y viene, se desdibuja, encuentra un nuevo cauce y termina en un libro o bien en una acción poética que será grabada y subida al Youtube. Cada punto de conexión de los poetas que he leído y conocido gracias al Internet son un gran enjambre conectándose, moviéndose y la fuerza del lenguaje, su potencia, no se somete a las encuestas que dicen que cada vez se lee menos. Swarming poético que ha generado una voz polifónica (el sonido verdadero de nuestra generación) donde no hay límites ni fronteras. Y sí acciones que movilizan y resisten. El mundo ha dejado de ser infinito pero no para ser más chato o corto. El mundo es ahora una entidad atravesada por miles de súper cuerdas que hacen otros puntos de intersección en las líneas de las redes. Poesía generadora de un tramado que destruye patrones, esquemas. Lenguaje-arte-acción en los flujos de un espacio abierto donde la palabra es enclave especulativo y expansión. Pura expansión del signo.

Posteado por Angela Barraza Risso el 19:41. etiquetado en: , , , , . puedes segui el rss RSS 2.0. déjanos tu comentario

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