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Absalón Opazo



Absalón Opazo nació en enero de 1978 en Valparaíso. Ha publicado los poemarios Agreste Urbano (2003), Periferia (2005) y Caraja (2008). Su trabajo aparece en las antologías “Valparaíso Bohemio” (2007, editorial Puerto Alegre), “Valparaíso en la Poesía y la Crónica” (2007, edición del Sindicato de la Empresa CSAV), “El lugar de la Memoria. Otro mundo es posible. 170 poetas y narradores de Chile” (2007, editorial Ayún), "Desmanes, poesía combativa para las luchas cotidianas" (2010, Editorial Quimantú), y "Voces de la Memoria, Centenario en el Bicentenario, Antología de Poetas y Narradores Latinoamericanos en los 100 años del Partido Comunista de Chile” (2012, editorial Cuarto Propio). Además es editor de la Revista Cavila de Valparaíso (www.cavila.cl) y del sitio www.poesia-periferia.blogspot.com. Actualmente reside en Buenos Aires, Argentina.



Señales del hombre popular


Entre trolebuses y ascensores
voy raspando la vida que me llega
como una criatura hambre
soñando cucharas infinitas

Bajan por los pasajes los vientos
las escarchas de los pies miserables
se quedaron planchadas en el
cemento que se viste de patrimonio

siento nubes agrandadas en mi pecho
un racimo de raíces sacadas de
lo más profundo de la quebrada
hervidas en un tiesto pálido

podrían ser los caseríos pobres
esparcidos en los cerros del
siglo el origen de la pluma
que se mueve entre las hojas

plumas y hojas otoños y aves
hombrecillos quebrados en
su columna vertebral azotados
por ser indios y saber leer

puede ser el trolebús el ascensor
el espíritu del burro de carga
que sube y baja sin pena ni
gloria por los arenales de acá

en una época que se quedó
escondida como un fruto
prohibido de tomar según
las horas que corran por la ciudad

todo se parece tanto a la faz
de la explotación del hombre por
el hombre como hace un siglo cuando
el obrero alzó su músculo y su hoz

Qué pasará entre medio de las casas
cuando llega la noche el silencio
las escarchas las heridas abiertas
y los niños que mueren sin saber




Reforma agraria


Dónde me espera
el árbol que aún no nace
esa flor de la que hablaron
y que sueño tener frente mío

Dónde me espera
el hijo cereal de la vida
la cálida estrofa del amor
el poema de los días

La uva del sol
dónde me espera

La tierra sin sembrado
la cabaña con mate y fuego
la señal de aurora
que prometió mi abuelo

Dónde me espera




Último deseo


En secreto nos miramos
la mañana tiene tu color
tu piel es la cordillera
y los valles tu pelo
lleno de vida junto al viento
en el silencio de la montaña

Los secretos que caen del cielo
el tesoro que llega de los ríos
la nieve oculta en tu cuerpo de fruta
el viñedo que podrían ser tus ojos
te hacen el poema más frenético
de la edad de piedra urbana

En secreto nos miramos
en silencio en tu altar de pluma
en el ropaje almático que cantas
con esa guitarra sin medida
con esas manos sin límite conocido
el infinito es posible en tu voz

Alguna vez seremos más que esto
más que una tibieza oculta
más que un montón de palabras
buscando una salida

Alguna vez
estaremos con los elementos
al fin en ellos mirándonos
como siempre
en secreto

Con la calma
que nace el día



Arenga al viejo juan


En qué nos hemos convertido
viejo juan,
roperos llenos de caries y
botellas quebradas en los
intestinos,
rumiando los pedazos

duros que sobran del pan
de todos los días,
agarrando siempre la cola
de la vida, parecidos a un
naufragio, o a una mesa vacía.

En qué nos hemos convertido,
qué importa
si tenemos servilletas y migas
del más hermoso pan amasado,
si tenemos pañuelos y sombrero
y aún podemos levantar los
pesados fierros de la obra,
a pesar de estos trapos y sus
heridas,
a pesar de no despertar
por las mañanas.

Somos un cigarrillo casi fumado,
a punto del cenicero,
y sin embargo llevamos fuego,
viejo juan, llevamos fuego
en nuestras manos que han
hecho edificios y máquinas,
en nuestras madres que
rompieron su cintura,
en nuestros hermanos que
escribieron por nosotros,
en nuestros hijos que ya
vuelven a combatir,
viejo juan,
sabrás que las cenizas
están siempre presentes
en las ciudades, en los
que estudian y trabajan,
en los que vuelven a nacer,
aquí ahora en este bar, en estas
mesas, hay cenizas, cenizas
nuestras, viejo juan,
brindemos juntos esta noche
por estar vivos a pesar de las
barricadas, a pesar del cementerio,
a pesar del cenicero y su cáncer,
viejo juan, brindemos para olvidar
el siglo lleno de palizas y cruces
que clavaron en nuestras pieles,
en los infames días del magnate,
en los cobardes apremios del cuartel,
viejo juan, ven, llena tu vaso,
aún tenemos vino y faltan dos
horas para el amanecer, no te
duermas viejo juan, a pesar de la
materia y la ceniza, a pesar del
invierno y la capital,
a pesar de tus 100 años,
no te duermas nunca,
viejo juan.




Posteado por Angela Barraza Risso el 14:33. etiquetado en: , , , , . puedes segui el rss RSS 2.0. déjanos tu comentario

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