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Gastón Carrasco Aguilar




Gastón Carrasco Aguilar (Santiago, 1988). Estudiante de Pedagogía en lengua Castellana y comunicación. Autor de Viewmaster (Cuadernos de poesía / Biblioteca de Santiago, 2011). Colaborador del sitio www.letrasenlinea.cl. Actualmente es Becario de la Fundación Pablo Neruda y colabora en la edición crítica de los cuentos completos de Manuel Rojas.



(De Viewmaster, 2011)



Al poner el ojo en el lente


Ahí estaban los muertos
esperando su oportunidad
para aparecer en mi memoria.





Negativo a contraluz


Crecer entre álamos
que levantan las veredas,

ver a tu padre sostener
los arbustos más débiles

con un palo de base
atado junto a ellos

ver gatos sentados en cada casa
en cada ventana, continuos;

imaginar peces en estanques
de agua limpia

hacerle un funeral a cada
animal con que has vivido

detenerse a mirar a cada artista
callejero, en cada esquina

creer que aún quedan
cosas por hacer y escuchar

a tu padre renegar de la lluvia
quejarse, envejecer
junto a los árboles.




TEMPLO


Las escaleras
de los departamentos del barrio
cada tarde
se cubren de sábanas
religiosamente blancas
colgadas de la forma más estirada posible.

Una gruta sin cuidado
-virgen quebrada incluida-
vela y cuida por los residentes.
Nadie reza frente a la gruta.
Alguna que otra vez, los niños juegan
a las escondidas dentro de ella.




KINDER A CIEGAS


En una fotografía de Auguste Sander
tres niñas están sentadas en una misma banca.
Las tres niñas, libro en mano, leen con sus dedos.
Detrás de ellas hay un muro de ladrillo
un trozo de ventana y cortinas a medio correr.
La niña de al medio usa lentes
a lo John Lennon.





Es cuestión de usar las manos


Afuera de la casa: cordillera blanca y cielo rojo, de eso se trata.
Puede estar atardeciendo o quizás es el fin del mundo.
Fin de los tiempos. Nombre de iglesia evangélica.
La gente así lo cree. Es cuestión de fe o aburrimiento.

El padre vuelve a casa echo bolsa – trabajar cansa
eso se sabe, o vive, más bien-. Como si en él hubiera estado
el salvar a la tierra o al país de una desgracia.

El hijo juega con sus manos, ensaya sus posturas
hace movimientos coreográficos, teatraliza la actitud sus héroes de moda.
El padre lo mira con asombro. Espera que salga a jugar con sus amigos
que chutee algún trapo o ande en bicicleta.

El niño insiste en sacar alguna chispa de poder desde sus manos.
Pasa el tiempo y sólo atina a dibujar a sus personajes favoritos.
No lo hace tan mal. Hace algunas viñetas y diálogos simples.
La familia los elogia.

De la nada se pone a escribir sin saber muy bien lo que ha hecho.
Esconde lo que hizo como si fuese una maldad.
Afuera de la casa: cordillera blanca y cielo rojo, de eso se trata.
Un pariente le dice que eso parece un poema.
El rostro del niño se enrojece.
Asocia la maldad a la escritura muy vagamente.

Sin tomar conciencia
trata de escribir desde la posición más incomoda posible
- errar el tipeo - decir algo de una forma y que suene a otra.
De eso se trata: cordillera blanca y cielo rojo.
El niño busca el cansancio en los ojos de su padre.
Lo escribe. De paso, ejercita la mano y la mirada.
Todo se vuelve una cuestión de resistencia.





(De CORRIENTES DE AIRE, inédito)


Aunque el viento
(de Izumi Shikibu)


Aunque el viento
nos golpee terriblemente aquí
la luz de la luna también se filtrará
entre las planchas de zinc
de esta casa en ruinas.





Los niños



El columpio que se mece
bajo el sol

por un lenguaje
propio del silencio.




Nuestras vidas


Una hoja de gillette
que rasga el viento:

o ese aire
que nos cuesta
respirar.




Apertura



Un niño que es la rama
de donde caemos

también puede ser el sol
que se levanta cada día
para hacernos recordar
que la vida
es algo parecido
a un lugar de encuentro
o un perpetuo nadar
contra corriente.

Posteado por Angela Barraza Risso el 14:08. etiquetado en: , , , , . puedes segui el rss RSS 2.0. déjanos tu comentario

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