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Lila Díaz Calderón




Lila Díaz Calderón (Santiago de Chile 1975) poeta, artista plástica y Master en Edición. En 1997 recibió la beca de creación literaria de la Fundación Pablo Neruda y posteriormente publicó los libros Cacería (Editorial Ril, Sgto., 1999) y Léxico Fuego (Ediciones del Temple, Sgto., 2001). En el 2003 la revista “Callabash” de la Universidad de Nueva York  publicó sus poemas en edición bilingüe.  En  el 2004 la revista “Rattapallax” de Nueva York publicó parte de su trabajo inédito “Mansiones de Guerra”.

Sus esculturas en vidrio han sido exhibidas en el Instituto Chileno Alemán de Cultura, en la galería de la Fundación Pablo Neruda y en la Universidad Diego Portales.


Del libro “Léxico fuego

Jaurías



Insidiosa intensidad del cuerpo
la presa y el cazador a la deriva
jugueteando en el ojo
en el arma que es cuerpo- cuchillo.

No es necesario ocultar las armas
en el rastro, el deleite    
destella el ángulo
el perfecto ritmo del ataque.

Solo se es fiel a la propia intensidad
no es la frente o el árbol
son jaurías avanzando desde adentro.
Mal de ojo es el brillo  
en la mira del arquero.




MECÁNICA



Nada hay en su arte
nada en el  sable
o la mano abierta del guerrero
nada nuevo en la derrota
sólo mecánica del golpe
perfecto trazo del dibujo.




TRUENO


Débil la carne frente al fuego
débil la lengua en la palabra
nuestro templo
cargamos con todo consientes de la furia
del inagotable trueno que es léxico.
Furioso canto de sirenas
nuestra  lengua.


Del libro inédito “Mansiones de Guerra


Mano armada


A una mujer se le humedecen las manos
y camina en círculos las calles de Chile,
lleva un arma envuelta en pañales
un no nato
que disemina esporas y balas.
La mujer metralleta destella
la pólvora de sus mejillas,
cada latido de sus venas
es un nuevo mantra,
un zumbido que cae a gotas
un segundo antes de la emboscada.
A una mujer se le humedecen las manos
y tiembla el gatillo en el cielo que la acompaña.




Túnel en los ojos


Quizás hoy en Tel Aviv  
un niño lleve un túnel en los ojos.
Un túnel, pero no las flores
con que escribirán su nombre
entre las piedras,
no el recuerdo de su rostro empapelando las calles.
Puede ser que detenga un bus
como lo hacen todos al salir del colegio.
Con dedo nervioso recorra los cables alrededor de su cuerpo
el chofer descubra en esos ojos paredes infinitas,
y  a los dos algo les aplaste
será el alma contra el pecho,
quizás el torso con los explosivos.





Figuras espías


Ojo con el ojo numeroso de la bomba.
Oscar Hahn.



Alerta los sentidos
en el temblor de las manos,
figuras de cera en el filo de sus lanzas.

Aguda vista en la carencia
en la frente expuesta del cíclope,
fauces en el engaste de su piedra.
Certero ojo de Medusa
en piedra el cuerpo del enemigo,
visión estratega el ojo oculto de sirena.

Un ojo en el destino,
doble filo en el transcurso del tiempo
sentido abisal de las Moiras,
perfecto corte en nuestra piel
y en el destello de sus tijeras.




Ejército de Xian


En formación de batalla
seis mil guerreros
acompañan al emperador.
En el año 210 antes de Cristo
el Emperador Chino de la dinastía Qin
alumbra un ejército de terracota,
guerreros y caballos de barro
seis mil ojos armados
en la entrada a la tumba
seis mil armas en la mano
empuñadas
forzando la entrada del reino final.




Gas Sarín


Se aprietan, se ahogan
y estremecidos observan al otro.
En los vagones,
en el horizonte que dibujan mil cabezas
desaparece el aire.
En el reflejo, una densa conserva
humana vocifera.

El pánico asfixia en el fondo del tren,
se esparce, corre
de mano en mano,
en la tráquea palpita,
se dibuja en la frente, en el iris
en cada movimiento convulsa
y aún así invoca el habla
se nombra, ilumina,
de Verdad Suprema destella
se deleita en lo que toca
en lo que cruza su destino.

Agoniza el imperio al romper el alba,
agoniza el sol naciente
al momento exacto de despuntar el alma.




Mesera de cócteles



La mesera lleva una cruz colgada al cuello
la mesera oriental tiene una cruz de oro y una falda pequeña
derrama los vasos mientras camina, se ríe.
No, no soy católica y mete el dedo entre la cruz y la cadena
como quien estira un chicle entre los dedos.

No, no soy católica, es solo un accesorio.




Día de caza


Inhala la muerte la bestia en su guarida
resplandece el ojo y el colmillo
tiembla, se estremece el cielo
el alma hunde en la tierra el aullido.

En el cuerpo a la deriva sopla el viento
se desgaja, despedaza en fauces enemigas
bulle la hierva en la raíz del campo
relumbra el acero, el pelaje  en el cuchillo.

Posteado por Angela Barraza Risso el 7:26. etiquetado en: , , , , . puedes segui el rss RSS 2.0. déjanos tu comentario

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